¿Sabías que existen personas adictas a los retoques estéticos u obsesionadas con la fantasía de realizárselos? Este problema se relaciona con el trastorno dismórfico corporal y tiene un componente tanto psicológico como social. Al igual que otras adicciones como la ludopatía o la adicción a las compras, este fenómeno no precisa de una sustancia para volverse adictivo, pero la gravedad de la situación puede poner en jaque la salud física y mental de la persona que padece este trastorno, también conocido como dismorfofobia.
La sociedad actual es testigo del crecimiento vertiginoso en el número de cirugías estéticas, no obstante, ¿sabemos a qué se debe este aumento? A continuación, en este artículo de Fromm Bienestar, nuestros especialistas en adicciones te comentarán todo lo que debes saber sobre la adicción a la cirugía plástica y la dismorfofobia.
Como ya hemos comentado anteriormente, la adicción a la cirugía estética está estrechamente relacionada con el rechazo a nuestra propia imagen corporal. Cuando nuestra mente modifica la realidad y exagera nuestras propias características, podemos llegar a presentar un problema conocido como trastorno dismórfico corporal (TDC) o dismorfofobia. Dicho problema se caracteriza por la distorsión de una facción o rasgo de nuestro cuerpo y su consecuente percepción de este como un defecto. Normalmente, esta distorsión tiene connotaciones negativas (por eso las percibimos como defectos) por lo que la baja autoestima y el malestar suelen estar bastante presentes en el trastorno dismórfico corporal. Según el manual DSM-V, esta alteración puede entrar dentro de la categoría de los trastornos obsesivos ya que presenta un rasgo de obsesión muy marcado, alimentado por la baja autoestima, el perfeccionismo y la inseguridad sobre su propio cuerpo.
Esta información no significa que todas las personas que se someten a una cirugía plástica tengan este tipo de problemas, en absoluto, pero como expertos en adicciones, es fundamental tener en cuenta este fenómeno.
Es posible que te estés preguntando qué tiene que ver la dismorfofobia con la adicción a la cirugía estética. Esto tiene una explicación sencilla, puesto que, cuanto más rechazo hacia la propia imagen existe, más ganas hay de modificarla. Es en este momento donde entra en juego los retoques estéticos. Pero no toda la responsabilidad recae en uno mismo, este problema de autoimagen se ve fuertemente agravado debido a la presión social y a los cánones de belleza inalcanzables.
No cabe duda de que los medios de comunicación, la publicidad y las redes sociales tienen un efecto muy potente en la promoción y la legitimación de los retoques estéticos. A día de hoy se ha normalizado tanto que parece incluso una práctica relativamente sencilla, relacionada con el éxito y el bienestar económico.
Los adictos a la cirugía estética suelen empezar sus intervenciones en edades muy tempranas buscando “mejorar” aquellas partes que definen como defectos. El problema reside en que, en algunas ocasiones, les resulta complicado parar y realizarse solamente una intervención. Las consecuencias de la adicción a la cirugía plástica pueden ser muy peligrosas puesto que estamos hablando de procedimientos con sustancias químicas, intervenciones en quirófano, implantes, etc. Este tipo de acciones pueden ser arriesgadas para la salud de la persona con dismorfofobia.
Además, en los casos más graves, los adictos a la cirugía no se sienten satisfechos por muchas intervenciones que se hagan, por lo que el malestar con su propio cuerpo se sigue manteniendo.
Finalmente, en este artículo sobre la adicción a la cirugía plástica, queremos recomendarte algunas pautas para poder trabajar la autoimagen:
En Fromm Bienestar disponemos de un amplio equipo de psicólogos especialistas dispuestos a ayudarte a trabajar en tu autoimagen. Prevenir la adicción a la cirugía plástica es fundamental y se puede abordar trabajando en el amor propio y la aceptación. Si crees que necesitas ayuda, no dudes en ponerte en contacto con nuestro centro de adicciones, en él evaluaremos tu caso individualmente y podremos tratar efectivamente tanto la dismorfofobia como la adicción a la cirugía estética.
Elliott, A. (2011). Plástica extrema: auge de la cultura de la cirugía estética. Anagramas Rumbos y Sentidos de la Comunicación, 9(18), 145-164.
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