Llevamos algunos años hablando de las criptomonedas y en los últimos tiempos estamos incluso asistiendo al desplome de algunas de ellas pero, ¿por qué hay tanta gente “enganchada” a este fenómeno?
¿Qué son las criptomonedas?
Las criptomonedas son una especie de moneda digital que puede cambiarse a otras divisas -euros, dólares, otras monedas virtuales- y cuyo valor sube y baja, por lo que podemos ganar o perder dinero con el cambio. Hay muchas criptodivisas, aunque la primera que salió fue la famosa Bitcoin, que vio la luz en el año 2008.
Si bien al principio fue un fenómeno minoritario, cada vez más personas empezaron a invertir en Bitcoin y otras criptomonedas. El proceso es sencillo: Compras la cantidad que tú quieras y se almacenan en un cartera o wallet, una especie de aplicación (porque aquí el dinero es virtual, recordémoslo). En esta cartera podemos ver cómo nuestro dinero sube y baja. También podemos comprar y vender o, lo que es lo mismo, especular con él.
Muchas personas han encontrado en este negocio una forma de ganar algo de dinero bastante atractiva y de fácil acceso (la inversión inicial es mínima). A todo esto hay que sumarle factores como la falta de regulación y que no existen campañas de concienciación, como sí ocurre con otras adicciones como el juego o a las drogas. Todo esto pone en peligro a en particular a los más jóvenes, muchos de los cuales acaban volviéndose adictos.
¿Qué es lo que atrae a los jóvenes de las criptomonedas?
La adicción a invertir es muy parecida a la adicción al juego o ludopatía: pérdida de control -invertir cada vez más dinero-, preocupación constante, aparición de pensamientos distorsionados con respecto a las expectativas de ganancias… son síntomas compartidos por ambas adicciones. De hecho ya hay especialistas que han calificado esta adicción como más peligrosa que la de juegos de azar tradicionales o incluso la de casas de apuestas. Ésta última también está al alza entre los más jóvenes y en los últimos años se ha convertido prácticamente en una epidemia.
Uno de los alicientes para quienes invierten en criptodivisas y por tanto un factor de riesgo es que es una actividad que se puede hacer desde casa y a cualquier hora, simplemente teniendo acceso a internet y desde muy poco dinero.
El mercado de las criptomonedas está siempre abierto, por lo que la persona adicta se puede pasar todo su tiempo pendiente del teléfono “por si pasa algo” (por si su activo sufre pérdidas o ganancias y así poder comprar o vender, según le convenga).
Este hecho de obtener una recompensa rápida, de ganar dinero fácil, es un gran atractivo junto con su alta volatilidad: Un activo puede multiplicar su valor en cuestión de segundos. Por eso los adictos encuentran esta actividad tremendamente atractiva: Cuando jugamos, suben los niveles de algunos neurotransmisores, como la serotonina y la noradrenalina. Ésta última es la responsable de que necesitemos buscar sensaciones y experiencias cada vez más fuertes.
¿Qué podemos hacer para ayudar?
Como siempre, uno de los factores para saber si estamos ante una adicción es la falta de control. Cuando no somos capaces de parar aunque nos lo propongamos, sobre todo cuando estamos ante grandes pérdidas, podemos hablar de adicción.
La ayuda en estos casos debe ir orientada a que las personas adictas controlen el impulso y no tengan contacto con esta actividad. También es fundamental que no sustituyan esta adicción por otras parecidas (como la ludopatía) o por sustancias.
Por ello, si nosotros mismos tenemos un problema de adicción con criptomonedas o tenemos algún conocido que necesita ayuda, podemos proponerle acudir a un centro de adicciones como Fromm Bienestar para tratar su problema aunque, como siempre, el primer paso es reconocerlo.
