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¿Realmente nadie comprende al adolescente?

By 4 marzo, 2021Adolescentes
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Todos sabemos que la adolescencia no es una etapa fácil. Tal y como mencionamos en nuestro anterior artículo, este periodo se encuentra lleno de retos y dificultades que no siempre son manejadas de la mejor manera.

En el presente artículo nos gustaría hablar acerca de un aspecto que se observa muy a menudo en el adolescente. Se trata de su sensación de incomprensión, la cual muchas veces es manifestada por ellos mismos con enorme rabia y amargura.

“¿Por qué nadie me entiende?”

Esta pregunta es una de las que más se repiten en la cabeza de un adolescente. Por más que trate de que el mundo de los adultos comprenda cómo se siente y sea sensible a sus necesidades, no logra conseguirlo. Esto muchas veces le lleva a un gran estado de frustración y tristeza, el cual puede incluso acabar en comportamientos rebeldes, que a veces, pueden llevar a caer en una adicción. 

Centro de adicciones en Sevilla

Lo primero que hemos de considerar en este tema es que muchas veces esa sensación del joven de que nadie le entiende no se trata más que de una proyección psicológica. Es decir, en la mayor parte de las ocasiones es él o ella misma quien no se comprende.

Hemos de tener en cuenta que en la adolescencia suceden enormes cambios a nivel físico y mental, y que el chico o la chica los acepta bien. Por lo tanto, no es de extrañar que sea la etapa adolescente la que lleve implícita una serie de sensaciones raras y desconocidas que ni la misma persona alcanza a comprender.

Saber expresarse: lo más importante para el adolescente para prevenir la adicción

Una de las cosas más curiosas de esta sensación de incomprensión del adolescente se encuentra en el hecho de que son ellos mismos los que no logran hacerse comprender. Muchas veces esperan que sus padres, profesores o sus amigos les entiendan por una especie de arte de magia, cuando ellos mismos no son capaces de tomarse el tiempo suficiente para expresar sus emociones y contar cómo se sienten de verdad.

Nuevamente, esta percepción de no sentirse comprendido genera frustración, con la peculiaridad de que es imposible que alguien nos entienda si no le explicamos qué es lo que ocurre.

Un ejemplo en forma de frase de lo que estamos hablando sería así: “me siento raro y quiero que me expliques por qué sin que yo tenga que decirte nada. Eres mi padre/madre y deberías saberlo” Como podemos ver en el ejemplo, el o la adolescente nota que algo no va bien (en su cuerpo, en el colegio, con sus amigos…) pero no sabe el qué o no encuentra la manera de sacarlo a la luz.

Reconocer las propias emociones del adolescente

Una de las cosas que no nos enseñan en el colegio es a saber identificar y reconocer nuestras propias emociones. Es normal sentirse tristes, enfadados, asustados o enamorados, y es fundamental saber cómo manejar ese torrente de sensaciones muchas veces nuevas en intensidad y forma.

Es por eso por lo que resulta muy importante que el adolescente tenga la posibilidad de aprender sobre ello en sus círculos más cercanos: familia, colegio, amigos, etc. Parece lógico pensar que si nadie nos ayuda a descifrar qué es lo que está pasando dentro de nosotros, resulte mucho más complicado averiguarlo. Y no solo eso, sino que numerosas veces acabará interpretándose mal y llevando nuestro comportamiento hacia situaciones no deseadas.

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Lo importante de comunicarnos

Si eres padre o madre y estás leyendo esto, debes saber que uno de los pilares de la educación de nuestro hijo adolescente está en la comunicación. Es fundamental que el o la joven encuentre el clima de confianza adecuado para contar contigo cuando lo necesite. Si no puede hacerlo, buscara consejo en fuentes menos deseables, y muchas veces no encontrará el más adecuado.

Desde Fromm Bienestar abogamos por hacer de nuestros adolescentes personas a las que nos molestemos en conocer. Con esto no queremos decir a que nos convirtamos en sus “colegas” olvidando por completo la necesaria autoridad que implica la educación. Más bien nos referimos al hecho de que nos tomemos el tiempo y el interés para poder tenderles la mano y ayudarles a desenredarse cuando estén atrapados.

Insistimos en que esta receta solo funcionará si hay confianza. De no haberla, la comunicación será a medias, errónea, inhibida; y el adolescente no encontrará el ambiente adecuado para lidiar con sus fantasmas.

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